La modalidad cinematográfica preferida en estas largas y virósicas vacaciones de invierno.

“O tempora, o mores!”. Por temor a la gripe las salas de cine están casi vacías -la asistencia ha bajado un 70 %-, pero ver “una peli” en casa todavía es un programa ineludible para que los más chicos pasen un rato agradable.
Eso ha insuflado vida al viejo “Video Club”, cuyo nombre casi no responde a una realidad y cuyo futuro comercial está seriamente amenazado por la proliferación de cine on-line o “bajado” de Internet.
Y como hasta el ritual de rebuscar un DVD entre los anaqueles del local parece poco higiénico, se prefiere el envío a domicilio o “delivery” en versión anglófona, a cargo del infaltable motoquero.
El problema es qué pedir, porque los estrenos y film más populares se alquilan primero y ya puestos al teléfono se complica encontrar un título apetecible.
Para esos casos algunas recomendaciones: si nuestro video tiene página web, darse una vueltita y hacer una lista de films con ayuda de los chicos.
Si nuestro video es del tiempo del jopo y no tiene, visitar la página de algún otro que esté aggiornado y hacer una lista más larga.
Si no estamos conectados a Internet o se padece de tecnofobia, pedir clásicos infantiles. Por ejemplo, cualquiera de Disney desde Blancanieves y los siete enanitos (David Hand, 1937) hasta la fecha.
No descartar las ediciones en DVD de las series infantiles televisivas, que ofrecen la ventaja de que las temporadas completas tienen muchas más horas de metraje. Por caso, para niñas, la intemporal Heidi (Isao Takahata, 1974) o la fashion Barbie. Para niños, animes con acción como Yu-Gi-Oh o Dragon Ball.
Sin dejar de lado producciones nacionales como las de García Ferré -viejitas en más de un sentido, pero tiernas- y largometrajes animados menos corrientes como los del estadounidense Henry Selick o especialmente los del japonés Hayao Miyazaki, un dechado de perfección y fantasía.
Sólo agregar pochoclo casero, en gran cantidad.