Dirección: Gustavo Cova
Guión: Roberto Fontanarrosa, Marcelo Páez Cubells
Origen: Argentina – 2009
Música: Diego Monk
Montaje: Andrés Fernández
Voces: Pablo Echarri, Nancy Duplaá, Nicolás Frías, Rufino Gallo
Restricciones: Sólo apta para mayores de 13 años

“Basado en el comic del genial Fontanarrosa”, anuncia el colorido afiche de la animación Boggie, el aceitoso y después del título adelanta: “Personalidad difícil, gatillo fácil”.
El director Gustavo Cova y el guionista Marcelo Páez Cubells extractaron personajes, situaciones, diálogos y sobre todo remates de las tiras del frío mercenario creado por Roberto Fontanarrosa, y con ellos armaron una trama parecida a la de casi cualquier policial negro.
Boogie toma el “encargo” de un gangster. Debe conseguir un maletín y matar al testigo que quiere “cantar” en un juicio contra él. Pero la cosa se complica, termina en una larga persecución con su consiguiente reguero de sangre y algo a contramano de su estilo: proteger a una chica.
La estética elegida para plasmar esta historia es lo más interesante del film. Los personajes recrean en dos dimensiones -línea y plano- los dibujos del rosarino y los fondos tienen volumen, conseguido por diseño con computadoras. Además de poder disfrutar de imagen 3D, en las salas acondicionadas con ese sistema de proyección.
El color fue trabajado de manera similar a la fotografía de un “film noir” -tonos oscuros y mucho contraste-, aún en las escenas más “luminosas” en medio del desierto.
Además, las voces -la de Pablo Echarri para el protagonista- tienen una “neutralidad” tolerable y la banda de sonido subraya muy bien la acción.
Quienes jamás se hayan topado con Boggie no diferenciarán este film de cualquier otro de violencia “tarantinesca”. Pero los lectores de la tira echarán algo en falta, algo que estaba en la concepción del personaje desde 1972: la ironía.
Fontanarrosa comenzó parodiando a Harry, el Sucio (Don Siegel, 1971) y usaba al personaje para reírse amargamente de los manejos corruptos, la xenofobia, el machismo, las guerras y el autoritarismo.
Esta versión, aun de modo involuntario, es demasiado literal y eso la deja como apuesta ambiciosa, pero con pocas posibilidades de ser ganada.