Un largometraje Clase B, fue pionero en
muchas de las tendencias cinematográficas actuales.
En medio de loas, premios, records de venta de entradas y escándalos por
denuncias de plagio, Guillermo del Toro -el director mexicano más influyente en
la industria internacional aunque sus compatriotas Alfonso Cuarón y Alejandro
González Iñárritu le pisen los talones- declaró en una de tantas entrevistas
que el origen de su thriller fantástico La
forma del agua habría sido su lejana discrepancia con el final de otro título
del mismo género que lo impresionó en la niñez.
El pequeño Guillermo vio El monstruo de
la Laguna Negra de Jack Arnold
en televisión y le molestó tanto que el bicho no consiguiera lo que tanto
ansiaba como para intentar remediarlo de adulto.
Aquel film, no destaca sólo por esta especie de revisión o reversión exitosa,
sino también por muchos aspectos relativos a la manera en que fue producido y exhibido,
que fue mucho más contemporánea de lo que sus sesenta y cuatro años dejarían
suponer.
La trama es lineal -por no decir básica- y se centra en una expedición científica
que encuentra un extraño fósil en la selva amazónica
Una enorme garra con membranas entre los dedos, que entusiasma al veterano profesor
Maia y a sus jóvenes acompañantes y los decide a embarcarse y navegar hacia el
posible origen de tal hallazgo.
Pero en la paradisiaca laguna del título sufren varios ataques de una criatura terrorífica,
que demuestra un particular interés por la bella novia de uno de los expedicionarios.
Otro monstruo de los Estudios Universal había visto la luz. Uno sin la tradición
literaria de Drácula o Frankenstein, con el mismo bajo presupuesto para el
rodaje -hay que recordar que lo de Clase B es por Budget-, pero con la dirección
de Jack Arnold, que logró una buena dosificación del suspenso.
Así que el film todavía puede verse con agrado, aunque sea en blanco y negro, el
monstruo no asuste tanto al espectador actual y algunas escenas sean bastante
ingenuas.
Además ese debut de la bestia -en la versión original se la llama “criatura”-
tuvo una característica muy especial, porque a mitad de la década del 50 hubo
un intento primitivo de 3D y fue rodada para ser exhibida en ese formato.
De hecho las abundantes escenas bajo el agua que la caracterizan, no es casual
sino el intento de aprovechar esa y otra nueva tecnología.
Los equipos de buceo autónomo habían surgido apenas en 1943 -del trabajo
conjunto entre el ingeniero francés Émile Gagnan y su compatriota el biólogo
marino y futuro documentalista Jacques Cousteau- y las escenas subacuáticas eran
una curiosidad, un gancho para los espectadores y un valor de producción.
La más recordada de esas escenas muestra a la actriz Julie Adams nadando a lo
Esther Williams en la superficie de la laguna, mientras el monstruo la persigue
de cerca en las profundidades.
Se sabe que aquel intento de tridimensionalidad no prosperó, pero el monstruo
enamoradizo sí y su éxito fue suficiente como para que volviera en dos secuelas
directas casi inmediatas, pero en 3D sólo la primera de ellas.
La venganza del monstruo de la Laguna
Negra (Jack Arnold; 1955), que de
las tres realizaciones fue la que logró mejor resultado económico, presentaba
una segunda expedición tras el anfibio gigante, que lo atrapa y lo exhibe en un
acuario, pero… como cualquiera que haya visto a su colega simio King Kong (Merian C. Cooper, Ernest B.
Schoedsack; 1933) puede suponer, se enoja y escapa, no sin antes llevarse a la
chica de su preferencia en esa aventura, la rubia Lori Nelson.
Y finalmente El monstruo vengador
(1956), que marca el declive debido a la seguidilla, el cambio del director
original por John Sherwood y el cambio en el tono del relato, que convierte al
protagonista en una especie de asesino serial después de que los científicos lo
“normalizan” extirpando sus branquias.
Su historia no termina aquí, porque tuvo gran cantidad de secuelas indirectas -casi
todas clase B- con bichos parecidos e innumerables referencias; pasó a integrar
el corpus de films que se daban en televisión -en especial los sábados por la
tarde-; se lo reestrenó en salas y hasta tuvo versión en VHS en los ochenta.
En resumen: Monstruo, 3D, deseo interespecies, secuelas, reestrenos y ahora un
tributo realizado con los mejores recursos del cine actual.
No está mal para lo que comenzó con un simple buzo vestido con escamas de goma y
una máscara con toscas branquias móviles.
Periódicamente las realizaciones pueden verse -juntas o por separado- en ciclos
retrospectivos de canales de cable u online de inmediato y sin insumir demasiado
tiempo, porque su duración es de poco más de una hora.
Y para quienes no deseen hacer ese viaje en el tiempo… sí, hay remake en danza,
aunque todavía sin fecha, director o elenco confirmados.
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