La industria cinematográfica suele producir y en particular publicitar varios tanques al año, que no siempre obtienen una respuesta masiva del público, -como como ejemplo reciente Flash (2023) del argentino Andrés Muschietti- y algunos literalmente son fracasos irremontables -flops-, que con suerte tienen un segundo aire en las plataformas de streaming.

Un riesgo que existe y en cierto modo mantiene la esperanza de los cinéfilos de ver algo que escape de la fórmula de cuando en cuando.

Fracasos y éxitos, que tras la entrada en juego de las redes sociales se deciden en gran medida con que en ellas circule la curiosidad y el entusiasmo que redunden en salas llenas o en burlas e indiferencia, que dejen las butacas vacías.

Entre los primeros casos, ha sorprendido aun a los profesionales de la distribución y el marketing el “Barbenheimer”, una palabreja que resulta de la contracción del título de dos tanques de diferentes estudios, géneros y targets y define un fenómeno -bien utilizado el término por su carácter de inusual-, que comenzó con una contraprogramación, siguió con una catarata de hilos y memes y terminó en un batacazo en las boleterías de buena parte del mundo, lo que no se daba desde antes de la pandemia.

La contraprogramación es una estrategia que propone estrenar un film para captar al público que otro muy diferente deja afuera; así el Warner y Mattel programaron el estreno mundial de la publicitada y publicitaria comedia Barbie de Greta Gerwig para el 21 de agosto y desde Universal apostaron por lanzar el mismo día a Oppenheimer de Christoper Nolan, biopic del científico que durante la Segunda Guerra Mundial reunió a varios colegas para crear la primera bomba atómica.

Tras los anuncios, teasers y trailers se sucedieron los intercambios en las redes con intervención de muchos famosos como Tom Cruise -a pesar de que los esos estrenos mermarían la convocatoria de la primera parte de Misión Imposible 7- y desembocaron en el “Barbenheimer” y la propuesta de ver los dos films el mismo día.

Un programa doble que funcionó bastante mejor en el hemisferio norte como parte de los estrenos de verano, pero aún en Argentina, el FOMO se hizo sentir y el fin de semana del estreno -coincidente con las vacaciones de invierno- se logró un récord de asistencia a las salas con más de tres millones de espectadores, una de las más altas, desde que se empezaron a llevar estadísticas consistentes en la década del 90.

Por supuesto, la colorida y mayormente nostálgica Barbie consiguió liderar la recaudación, pero para un drama de tres horas como Oppenheimer, donde se toca un tema como el de la guerra y los bombardeos que causaron más de 200 mil muertes en Japón, conseguir un segundo puesto ha sido excepcional.

Hasta el momento, la recaudación global de la primera supera los 1000 millones de dólares y la segunda los 500; por lo que el ansia de lucro y la persecución de la fórmula perfecta del éxito de los productores y distribuidores conducirá a movidas similares.

Autor: Redacción Ecodías