Título original: Drag me to Hell
Guión y dirección: Sam Raimi
Fotografía: Peter Deming
Música: Christopher Young
Origen: USA – 2009
Calificación: Sólo apta para mayores de 13 años
Intérpretes: Alison Lohman, Justin Long, David Paymer, Adriana Barraza, Lorna Raver

Raimi volvió al pago. Porque cuando era niño el director estadounidense Sam Raimi rodaba films caseros de terror, igual que en los cortos al inicio de su carrera profesional antes de los veinte años.
Especialmente su trilogía The Evil Dead (1981), The Evil Dead II y El ejército de las tinieblas (1992), se convirtió en clásica para los fanáticos del género, al que se dedicó exclusivamente hasta 1995.
Luego diversificó -su mejor film hasta el momento es el thriller Un plan simple (1998)- y la fortuna le llegó con la franquicia de Spiderman -realizará la cuarta entrega en 2011-, pero la sangre tira -especialmente en el gore- y ha vuelto al terror con un guión propio.
La protagonista es Christine. Una chica buenita, vegetariana, que cuida animalitos abandonados, trabaja mucho en la sección de préstamos de un banco y ama a su novio. Hasta que un malhadado día la anciana Sra. Ganush va a su oficina para pedirle una prórroga para su deuda hipotecaria.
Christine se apiada y duda, pero su jefe la presiona y finalmente la niega. Sabiendo que eso significa perder su casa, la Sra. Ganush revela un costado tenebroso y la maldice. Una maldición implacable, por la que en tres días un espíritu demoníaco la arrastrará al infierno.
Un argumento casi común desde que recientemente los filmes japoneses y europeos de bajo presupuesto y sus remakes yankees volvieran a poner de moda el terror. Pero el “toque Raimi” hace la diferencia.
En primer lugar, el punto de giro -turning point- que desencadena la acción es un desalojo por deudas. Situación casi cotidiana desde que la especulación inmobiliaria produjera en Estados Unidos la crisis económica más fuerte desde los años ‘30. Sutil ironía, que en la entrelínea trastoca los lugares de buenos y malos.
Además, la sucesión equilibrada de escenas de horror, humor negrísimo, derramamiento de humores viscosos de orígenes varios y efectos especiales que intensifican los ataques con objetos, cadáveres, moscas y espíritus malignos, son propios de su estilo.
La protagonista absoluta es una Alison Lohman convenientemente desorbitada y perseguida por una Lorna Raver de pesadilla. Y los secundarios son funcionales, pero de poca relevancia, aun en el caso del soso novio interpretado por Justin Long.
Arrástrame al infierno es un buen film de terror, con un desenlace refrescante e infernal por partes iguales. Y lo único que pueden extrañar los seguidores de este Raimi propiamente dicho, es la presencia de su fetiche Bruce Campbell.