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Aprobar raspando
De qué se habla cuando se habla de la prueba Blechdel/Wallace.
Categoría: Cine

De qué se habla cuando se habla de la
prueba Blechdel/Wallace.

Ese suburbio de Los Ángeles llamado Hollywood tiene una influencia que está
lejos de ser nominal en el cine, ya que los productos de la industria asentada
allí a principios del siglo pasado se imponen gracias a su rienda corta en la
distribución internacional.
El público puede no ser consciente de que le están contando las mismas
historias con raras tecnologías nuevas y se atraque feliz con su balde de
pochoclos, pero también es permeable al signo de los tiempos y podría disgustarse
por ejemplo cuando actrices, guionistas, productoras y directoras se quejan sobre
la brecha de género o la manera en que se presenta a los personajes femeninos.
Así que a pesar del axioma eterno de que los films con o sobre mujeres no
venden, lentamente la industria está tratando de mejorar un poco las cosas, por
ejemplo: rodando el primer film protagonizado por La mujer maravilla, que
fue dirigido por Patty Jenkins y obtuvo buena repercusión.
Aunque la diferencia entre el sueldo de un hombre y una mujer por hacer el
mismo trabajo -detrás o delante de las cámaras- permanece, el porcentaje de guionistas
y directoras sea minoritario y todavía la única mujer que consiguió un Oscar a
mejor dirección -Kathryn Bigelow por The
Hurt Locker
(2008)- es elogiada por “rodar como un hombre”.
Y en este presente de escándalos por acusaciones de acoso y abuso como los del productor
Harvey Weinstein es curioso que una de las herramientas de evaluación de las
tramas sea el Test Blechdel.
La prueba nace en 1985 en la tira cómica “La regla” de la historietista
estadounidense Alison Blechdel, donde una amiga comentaba a otra que no veía
ninguna película que no tuviese al menos dos mujeres en el reparto, una escena donde
hablen entre ellas y que el tema de su conversación no fuera un hombre.
Un sarcasmo que comenzó a usarse en listas de films que era más o menos
discriminatorios, dando a la autora -que compartió el crédito con Liz Wallace- casi
tanta notoriedad como su trabajo.
Más de treinta años después muestran que la mayor parte de los films siguen sin
cumplir esa premisa mínima, aunque sería poco serio tildar de machista a
títulos como Fuga en alcatraz (Don
Siegel; 1979) ambientados en una cárcel masculina o por no ver que otros
cumplen por tener una escena donde una mujer le pide la hora a otra.
Que la brecha de género persiste es tan evidente como que esta prueba poco estricta,
no obstante eso, invita a reflexionar sobre la manera de representar a la mitad
de la humanidad en el material audiovisual y eso constituye un avance.

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2017-11-28 00:00:00
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