La Fundación Cinemateca Argentina terminó la restauración de un film silente de
José Ferreyra.

El patrimonio cinematográfico argentino es rico en teoría, pero en la práctica
ha sufrido y sufre descuidos, olvidos y perdidas irremplazables.
Particularmente se conserva muy poco del periodo silente, que se extiende desde
los primeros cortos rodados en el país a pocos meses de la presentación del
invento de los Hermanos Lumière, hasta 1930 y la implementación del sonido.
Panorama relativamente sombrío que se alegró en los últimos meses del año
pasado cuando la Fundación Cinemateca Argentina anunció que se restauraría Perdón Viejita, realizado por José “El
Negro” Ferreyra en 1927.
Un trabajo de consolidación del material fílmico -que tiende a deteriorarse por
el paso del tiempo y si no se lo mantiene a una temperatura y humedad constante-,
borrado de rayones provocados por los mecanismos de arrastre, entre otros
problemas de esta copia hallada en sus archivos que afortunadamente tenía alrededor
de 19 minutos de metraje que se creían perdidos y acercan su duración a los 50
minutos.
El director y argumentista -en ese momento no se hablaba de guion y mucho menos
de guionista- tenía una actividad paralela como letrista, así que no es casual que tomara
el título y el tema del edípico tango homónimo de Osvaldo Fresedo y José
Saldías fechado en 1925 y hasta tuvo una versión de Carlos Gardel.
Presenta al ladrón Carlos y a la “copera” Nora, que se enamoran y deciden volver
a la buena senda y a la casa de la abnegada madre de él.
Pero la pobre mujer sigue teniendo problemas con su descendencia, ya que la
coquetería de su hija Elena complica dramáticamente la vida de todos.
Un melodrama con carga moral que termina como debe terminar y tiene intertítulos
que son el colmo de lo rebuscado y cursi, aunque Ferreyra se anima a algo muy
difícil en aquellos días cuando las cámaras eran valiosas y pesadísimas: las
tomas en exteriores. Una osadía, que da la oportunidad de ver varias secuencias
de la Buenos Aires de hace nueve décadas.
Recordemos que el director tuvo una carrera exitosa en la época dorada de la
cinematografía argentina, con dramas musicales como Chimbela (1939) o Besos
brujos (1937) que aún pueden verse en canales y programas dedicados al cine
clásico y si bien este mediometraje no representa lo mejor de su obra tiene
valor de documento y su reestreno será uno de los acontecimientos cinéfilos del
año.