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Un trabajo para la comunidad
Categoría: Educación

La atención temprana es una práctica integrada por múltiples acciones que favorecen al desarrollo del ser humano cuando es bebé.
En nuestra ciudad existe un espacio dedicado a trabajar con niños y niñas desde sus primeros días hasta los 40 meses.

El Centro de Atención Temprana Nº 1 es único en su especialidad en Bahía Blanca, depende de la rama de Educación Especial y funciona en Lainez 2515. Se creó en el año 1987 de manera compartida con el área de Salud, que aporta los recursos profesionales y lugares físicos para el funcionamiento.
EcoDias entrevistó a la licenciada en Educación Especial Cristina Cappo, directora del Centro de Atención Temprana Nº 1. “El Centro se creó porque en la Provincia de Buenos Aires había una gran cantidad de chicos con deficiencias mentales de origen social. Desde Educación y Salud no había nada que diera respuesta sistemática y continua. En principio, en Bahía Blanca, el convenio lo toma el Hospital Penna, donde funcionamos por mucho tiempo, en el pasillo 4 de Pediatría”.
En el año 1989, se trasciende lo provincial, con acuerdos a nivel local, para poder trabajar y expandir el accionar en todos los sectores de Bahía Blanca, ya que el Penna no era accesible para todos.
Hacia 2005 el Centro comenzó a trabajar en el Hospital Italiano, el Hospital Municipal, en el Patronato de la Infancia y también en la Unidad Penitenciaria n° 4, donde el trabajo se realiza con bebés que viven allí en la cárcel, donde “arman su estructura bajo los cimientos de la unidad penal, bajo el mismo régimen de encarcelamiento que la madre”.
En cada lugar donde se atiende, hay un docente con horarios rotativos, de 8 a 12 hs. y de 13.30 a 17.30 hs., de lunes a viernes. El plantel profesional está constituido por 17 docentes de atención temprana, tres fonoaudiólogos, tres asistentes sociales, tres asistentes educacionales y dos fonoaudiólogas, la directora, la vicedirectora y la secretaria.
El servicio es totalmente gratuito y en la actualidad atienden aproximadamente 32 chicos, entre todos los lugares. Respecto a la zona, reciben consultas la mayoría desde el Penna, pero también hay centros en la región, a los cuales se los deriva en caso de ser necesario.
El Centro de Atención Temprana funciona en Lainez 2515 y el teléfono es (0291) 481-8375.

El trabajo
Es fundamental para dar definiciones distinguir la diferencia entre atención temprana y estimulación.
La atención temprana es una práctica que tiene un enfoque más social, “apunta a trabajar no tanto sobre el niño directamente, sino que trabaja más sobre la familia, sobre los factores del entorno, porque en realidad en esta etapa del trabajo de atención temprana que es desde el nacimiento hasta los tres años, las personas se encuentran en una etapa de máxima vulnerabilidad, donde ocurren muchísimas cosas, es muy permeable este periodo”, explicó Cappo.
Hay bebés que nacen sanos, pero están expuestos a distintas situaciones o a distintos factores del entorno que no tienen que ver con su estructura biológica, que tienen que ver con lo de afuera, y estos factores amenazan el desarrollo de este bebé.
“Si nosotros pensáramos que para trabajar es necesario solamente trabajar con un bebé y no tenemos en cuenta todo esto social que está alrededor, estaríamos incurriendo en una mala praxis”.
Ésta es la concepción de la atención temprana que tiene un enfoque más social, que trata de mejorar las condiciones de vida, para mejorar las condiciones de vida de un sujeto. Primero hay que hablar de la familia -que es lo más directo-, y de la familia inserta en un barrio, y el barrio inserto en una comunidad, “entender qué le pasa a una familia en este lugar de inserción, o este no lugar de inserción que tiene dentro de lo social”.
A diferencia de este planteo, la estimulación temprana tiene una visión más biológica, más organicista.
La estimulación temprana surge a partir de la patología, a partir del nacimiento de un bebé con algún déficit, ya sea un problema genético o un déficit sensorial, es decir, tiene una concepción más biológica, por lo que trabaja mucho más sobre el niño y su diagnóstico, tratando de estimular, ejercitar o enseñar algunas acciones para que un mejor desarrollo
Muchas veces la estimulación temprana se aleja de la familia, se trabaja únicamente con el pequeño una o dos veces por semana, pero “este nene después vuelve a la casa con su familia, y es la familia la que después tiene que tener las herramientas y recursos para acompañar el proceso de desarrollo de este chico”.
El bebé puede ser llevado al centro de atención una vez por semana, una hora, pero las 23 horas restantes de ese día, más las 24 horas restantes de los seis días de la semana que quedan, está con su familia que tiene que sostener el proceso de desarrollo. Si la familia no tiene las herramientas, no lo puede hacer.

Población y factores de riesgo
La franja de edad con la que trabaja el centro va desde el nacimiento a los tres años de edad, pero también desde la vida intrauterina hasta los 40 meses, es decir durante el embarazo, donde se realiza el trabajo preventivo con las mamás, ya sea en situaciones de riesgo o no.
Respecto al trabajo desde la gestación, es aquí donde se ve la importancia de las emociones, del cuidado de la mamá mientras estuvo embarazada y el crecimiento del bebé durante la gestación.
“Hacemos talleres, participamos de los cursos de preparto con los dos padres, para que los dos se vean involucrados y sobre todo el padre entienda lo que puede pasar entre ese bebé y la mamá”.
En lo concreto, según la directora, no se puede diferenciar lo biológico de lo social porque están ensamblados.
“Los factores de riesgo biológico son aquellos que el nene ya trae, es decir que pueden ser prenatales (por ejemplo, la madre tuvo rubéola durante el embarazo y eso afectó al bebé), perinatales (por ejemplo, falta de aire al momento del parto) o postnatales (por ejemplo, situaciones que suceden después del nacimiento como puede ser una meningitis)”, explicó la licenciada.
Entre los más frecuentes están las alteraciones sensoriales, como problemas visuales, auditivos, síndromes genéticos -el más frecuente es el Síndrome de Down- y también trastornos neurolocomotores.
Por otro lado, están los factores de orden social, aquellos que están por fuera del bebé, que tienen que ver con la familia o las personas que están cuidando al bebé y con las situaciones de vida de estas familias o personas, como la violencia, la pobreza extrema, las adicciones, madres adolescentes sin contención familiar, o padres con deficiencias.
Son todas situaciones externas que amenazan el desarrollo del bebé, que tiene demandas y necesidades que deben ser satisfechas, pero afuera no hay gente disponible para decodificar estas demandas y responder. Es decir, este bebé que nació sano puede enfermarse o discapacitarse en estos primeros tres años de vida.
“Por eso es que los dos factores están permanentemente ensamblados, porque puede nacer un bebé down, pero a la vez estar en una familia de muchísimo riesgo. Lo biológico y lo social nosotros lo diferenciamos a los efectos de explicarlo, pero después, en el trabajo, es un conjunto”.

Acompañamiento
Una vez que llega una familia con su bebé o niño pequeño, que puede haber sido derivada por un centro de salud o por un profesional de Psicología, de Trabajo Social, o incluso de manera espontánea.
“Cuando las presentaciones son espontáneas hay que ser muy cuidadoso, porque pertenecemos a la rama de Educación Especial y no está bien que los bebés estén dentro de este sistema de educación especial, si no es absolutamente necesario. Porque sino lo que se hace es engrosar una matrícula, cuando en realidad hay que trabajar desde lo preventivo”.
Retomando, cuando la familia llega se les hace una entrevista: “No es una entrevista donde se hace otra vez la historia clínica, sino que intentamos ver otro tipo de sutilezas vinculadas con los deseos, los mandatos familiares y la cuestión cultural”.
El trabajo desde atención temprana consiste en utilizar la actividad espontánea del chico, de sus propias actividades. Es decir, a partir de sus propias posibilidades, no de cuestiones impuestas, sino de lo que es capaz de hacer por sí mismo.
Siempre se trabaja a través del juego, de lo espontáneo, esta práctica no tiene nada que ver con técnicas o prácticas de la rehabilitación.
El docente selecciona el material adecuado según la etapa de desarrollo que transita el nene o la nena y sus posibilidades de acción respecto de los objetos. Con este material arma el encuadre, que es ver si el nene trabaja en la mesa, en una colchoneta o donde crea conveniente.
“Lo que se intenta es que en ese momento intervenga el adulto significativo que esté con el nene en ese momento, para ver cuál es la modalidad de ese adulto cuando le ofrece un objeto al hijo, si le pone o no le pone palabras, es decir, ver cómo el adulto entra en escena”.
A partir de esto, el docente hace su diagnóstico y su estrategia para ver desde donde va a intervenir.
Trabaja también con el centro un equipo técnico, de asistente educacional, fonoaudiólogo, terapista ocupacional, asistente social, que en distintos momentos, en distintas sesiones, acompañan a la docente.
Cada técnico aporta una mirada específica a partir de la actividad espontánea del bebé con los objetos seleccionados, y en base a la entrevista con el adulto, cada técnico va haciendo orientaciones específicas.
Cuando ya existe un diagnóstico, se reúnen los técnicos con el docente y de ahí se crean las estrategias de acción con la familia y desde lo comunitario, con una mirada más amplia.
“Esta estrategia de intervención debe ser muy flexible, porque es algo muy cíclico, en donde las cosas van pasando, y los tiempos en las que pasan no los podemos predecir: tenemos que mirar todo el tiempo este proceso y en caso de ser necesario, realizar ajustes”.

Importancia de la atención temprana
Los primeros tres años de vida son el periodo más sensible y vulnerable como seres humanos, es el periodo donde se instalan los núcleos esenciales de la educación, lo social y lo afectivo, donde se forman los cimientos, donde luego se van a apoyar las estructuras.
Es un periodo muy crítico y sensible a los distintos factores, positivos y negativos.
Si uno puede empezar a trabajar de manera temprana con estos factores, lo que es muy amenazante, si bien no desaparece, porque no hay soluciones mágicas, se va atenuando y generando cambios en las familias y generando beneficios para el bebé.
“Si esto no se da en los primeros tres años de vida, se pierde el efecto preventivo. Lo que no se puede encarar en este periodo, se va instalando y solidificando en el desarrollo y se va armando como una brecha, que se hace cada vez más grande entre la edad del nene y las posibilidades de acción de este nene. Así, puede tener doce meses y hacer cosas de un bebé de seis meses”.
Cuando no se atiende a tiempo, el retraso puede convertirse en una discapacidad: “Sucede muchas veces, que en las escuelas especiales que trabajan con discapacidad intelectual, esa discapacidad en la mayor parte del alumnado es de origen social. Por eso es importante la detección temprana, lo más temprana posible. Hasta una semana o un mes es importante, ya que si hablamos de dos meses en la vida de un bebé de seis, estamos pensando en un tercio de su vida”.

Etapas del desarrollo
Es importante aclarar cuál es la concepción del desarrollo. Decíamos al principio que hay concepciones más biológicas, como algo más lineal y que se va a dar siempre con la misma progresión de acuerdo a las edades que un chico va transitando.
“Esto habla en realidad de que pareciera que todos los nenes que tienen seis meses se van a sentar, todos los de nueve van a gatear y los de un año van a caminar, y esto en la práctica no es así. El desarrollo no se va dando según un calendario, sino que lo social va a tener mucho que ver”.
Es por eso que el Centro adhiere a una concepción de desarrollo más dialéctica, más relacional, donde este desarrollo se promueve, se favorece o se obstaculiza, de acuerdo a la influencia del entorno.
Por lo tanto el desarrollo en sí, son todas las transformaciones que se van dando en el bebé o en el niño pequeño, en esta relación permanente que tiene con el entorno, con el afuera, que es de donde le llegan los objetos y la relación vincular, es decir, la persona que le da los alimentos, lo cambia y lo saca a pasear.
Este desarrollo no se detiene, es cíclico y constante y no se va dando todo el tiempo de la misma manera.
Hay nenes que nacen el mismo día, en el mismo horario, con el mismo peso, con el mismo diagnóstico y no tienen el mismo desarrollo, lo que da la pauta de que el desarrollo no es una cosa netamente biológica. “Por eso es que nosotras no estamos de acuerdo cuando se promueven recetas masivamente de lo que hay que hacer con un nene que tiene un determinado síndrome, como si a todos les fuera a pasar lo mismo”.
Cada etapa tiene sus características. En un primer momento son más sensoriales, el chico conoce el mundo a través de todos los sentidos. Que un bebé elija un objeto, se lo lleve a la boca, lo chupe o lo mire, es un acto de aprendizaje maravilloso, que a veces el adulto no le da valor, y está todo el tiempo invadiendo y dándole cosas, sin dejar al bebé que haga por su cuenta, que vaya descubriendo su mundo. Hasta los 18 meses es la etapa en que está prioritariamente lo sensorial y lo motriz.
A los 18 meses comienza el desarrollo psicomotor, a esa edad se espera que el niño, con un desarrollo normal, esté caminando.
Después aparece otra etapa del desarrollo donde aparece más lo simbólico, cuando un chico por ejemplo juega a andar a caballo sobre un palo de escoba.
El objeto es reemplazado por el símbolo, es cuando además aparece la palabra. Desde lo social se da una apertura mucho más importante.
Y todo esto no se da de manera casual, la aparición de la palabra se da si previamente esta comunicación se comenzó a dar desde la gestación misma.

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2009-11-27 00:00:00
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