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OJOS QUE NO VEN

OJOS QUE NO VEN
El Sistema de la Crueldad II

El viernes 24 se presentó en el Aula Magna de la Universidad Nacional
del Sur, el informe anual del Comité contra la Tortura de la Comisión por
la Memoria provincial, “El Sistema de la Crueldad II. Ojos que no ven”, que
plantea las violaciones a los derechos humanos que sufren los internos por
parte de las fuerzas de seguridad.
A continuación compartimos fragmentos de las disertaciones del fiscal
general Hugo Cañón; Rosendo Otegui, hermano de Aroldo Otegui (interno
fallecido en la Unidad Penal de Villa Floresta); y el sociólogo y doctor en
Derecho y Ciencias Sociales Roberto Bergalli.

El eje no es la seguridad
En la apertura del acto, el fiscal Cañón aseguró que “el tema del
servicio penitenciario y los demás lugares de detención, está muy vinculado
y ligado a algo que está permanentemente en debate en la sociedad, a través
de los medios y de las declaraciones y declamaciones políticas: la
seguridad.
Parece esencial ver desde dónde se aborda el tema, colocado como número
uno de la agenda pública, con lo cual se ha convertido en una suerte de
columna central de la discusión pública con un gran imán que va atrayendo y
sumando elementos para pasar a ser una columna inmensa, abarcativa de
todo”.
“(…) Sabemos que el sistema penal, además de ineficaz, cuando puede
servir tiene que servir para otras cosas. Para pocas cosas, que tengan que
ver con la resolución de la conflictividad social (…) que pasa por otro eje
que no son ni el derecho penal, ni la seguridad. Tiene que ver la falta de
educación, de trabajo, de salud pública… Quien no se acople al sistema
tiene que ser excluido”, analizó Cañón.
A su vez, el fiscal general destacó que “es importante que veamos esto
para entender y así no caer en el discurso fácil que nos instalan
diariamente, como que soltar un preso significa sumar inseguridad, entonces
hay que dejarlo en la jaula, adentro. Y cuantos más enjaulemos podemos ir
logrando mayor seguridad mientras van abarrotándose los countries con
cercos y armas… y los pobres, los negros, los más desclasados son los que
hay que ir enjaulando y exterminando”.
“Solá dice que usamos palabras muy cargadas, que este informe es muy
duro… y la que es dura es la realidad. Las palabras están reflejando lo
que esa realidad indica”, advirtió Cañón.

“Represión no es prevención”
“Los sistemas penales modernos fueron precisamente elaborados por los
ilustrados del siglo XVIII con objetivos muy semejantes a los que se han
expresado aquí: limitar el abuso del poder, del poder político punitivo;
eliminar los resquicios de venganza privada que a través del sistema penal
se puedan reflejar; y darle a la condición humana una centralidad en el
ámbito de aplicación del castigo. A través de 250 años de historia moderna
esto ha sido oprobiosamente pisoteado”, explicó el doctor en Derecho
Roberto Bergalli y responsabilizó a “los juristas y a la cultura jurídica
moderna que se ha elaborado muy apegada al conocimiento del universo de las
reglas y poco apegada a informarse y conocer cómo se aplican esas reglas”.
Bergalli reconoce en el informe las falencias en las instancias de
aplicación de las reglas jurídicas argentinas: “Policías, fiscalías,
jurisdicción penal, instituciones de cumplimiento de las penas… cada una en
mayor o menor medida son el espejo, la demostración de que este sistema
penal se aplica con un despropósito abusivo de los principios que pueden
gobernar el estado constitucional de derecho”.
Si bien históricamente se creyó en el principio de que la utilización
de la cárcel tiene por fin la rehabilitación o readaptación social,
Bergalli sugiere “que ninguna disciplina de la conducta puede orientar a
privar de la libertad con un castigo con un objetivo de hacer que esa
persona modifique su conducta. Esto parece una incongruencia que hasta el
más neófito de la disciplina de la conducta se le presenta. Sin embargo,
nos hemos embanderado en el mito de la resocialización y hemos creído que
efectivamente la cárcel puede rehabilitar. No hace falta decir que somos
unos ignorantes, unos torpes o unos ilusos porque no sólo no hay
rehabilitación sino que hay corrupción y perversión”.
Por otra parte el sociólogo sostuvo que “no hay tortura sin abuso de
poder, el poder que le es entregado a un funcionario policial, judicial o
penitenciario está obviamente concedido en el ámbito y límites de la
actuación que le corresponde a cada uno de ellos. Todos estos no son más
que aparatos represivos. Nadie puede creerse que la policía, la cárcel o la
jurisdicción no son represoras… ha sido una de las formas racionales que la
modernidad ha creado y que ha permitido en ciertas épocas que realmente las
reglas cumplidas en todos sus principios y categorías fueran un instrumento
de organización social. Pero la represión es una cosa y la satisfacción de
las necesidades que se reclaman en los ámbitos sociales son otras”.
Teniendo en cuenta lo antedicho, Bergalli manifiesta que el error está
en “confundir la represión con la prevención y asignarle a la policía, a la
justicia o a la cárcel funciones preventivas es un error mucho más grave y
profundo”.

El testimonio de Rosendo Otegui
“Al año, nadie nos informó nada sino que el dr. Cañón se comunica con
mi familia diciendo que mi hermano estaba padeciendo una enfermedad. En ese
momento yo estaba de viaje, me encuentro con mi hermano en la ruta y
decidimos venir al Servicio Penitenciario. Cuando nos presentamos en el
Servicio no nos dejaron pasar a la mañana y nos dijeron que a la tarde nos
iban a dejar pasar porque lo llevaban al médico. En ese momento lo sacan en
un camión al hospital.
A la tarde cuando vamos a ingresar nuevamente, nos dicen que
esperáramos que iba a hablar un médico del Servicio Penitenciario con
nosotros. Nos dice que mi hermano sufría una enfermedad y que había tenido
un deterioro bastante importante. Trata de darme algunas explicaciones, se
aleja y un ayudante me dice: ‘cuando usted vea a su hermano se va a
impresionar’. Le digo: ‘pero, ¿por qué?, ¿es tan grave?’. ‘Sí, es bastante
grave’, me dijo.
Cuando me llevan a la enfermería y lo traen a mi hermano, fue una cosa
terrible ver a una persona en el estado en que estaba él. Ni la persona más
vagabunda de la calle muere como murió él.
Lo primero que tengo que hacer es sacar fuerza, se quiebran mis
hermanos al verlo, y me dirijo al enfermero que estaba ahí pidiéndole una
explicación de por qué no estaba ni medicado, ni con suero en el estado en
que estaba.
Cuando salgo de la cárcel pido hablar con alguien y nadie me quiso
atender. Al otro día vuelvo porque ya era tarde y no había nada adónde
acudir. Volvemos a Bahía Blanca y ahí recién empiezan a tratarlo. Lo sacan
al hospital y desgraciadamente al otro día falleció.
Hasta el día de hoy no hemos encontrado ningún tipo de justicia. Fui
amenazado. Me presenté en la Fiscalía que lleva el caso. No se me tomó
nunca la denuncia. Jamás levantaron un teléfono para decir: ‘en esto se
encuentra la causa’… o ‘de esta manera’. Mensualmente vengo a la Fiscalía y
nunca he sido atendido como es debido”.

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2011-10-25 10:11:13
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