Sigo comentando la investigación de la Dra. Forcades i Vila. El panorama que se devela tras esta investigación pone al descubierto “las bondades del capitalismo concentrado” en un tema tan delicado como lo es la salud de la población del mundo. La doctrina del mercado libre convierte en herejía, cuando no en delito grave, todo ataque que se haga contra el “sagrado mercado”. Sin embargo, en países del remanido “primer mundo”, sobre todo en la comunidad europea, se mantiene una protección ante las prácticas abusivas, aunque no siempre exitosas como ya hemos visto. La libertad en el negocio de la salud tiene sus límites, no así en los EEUU donde la “sagrada propiedad privada” coloca una barrera infranqueable ante las intenciones de revisar algunas, aunque a veces la Suprema Corte se hace oír.
El problema es que el poder de estos laboratorios alcanza dimensiones siderales y sus ganancias son el resultado de ese poderío. La famosa revista Fortune publicó las utilidades de estas empresas: “Los márgenes brutos de esta industria en el año 2000 son del 70 al 90% y su tasa de ganancias es del 18,6% (versus los bancos comerciales que es del 15,8%). La tasa de ganancias de Pfizer, la mayor compañía farmacéutica, fue en el año 2004 del 22% del total de las ventas, que alcanzaron de 53 billones de dólares”.
Estas ganancias que asombran por su volumen no se ven reflejadas en los impuestos que pagan dado que la carga impositiva que soportan es inferior a la media de la gran industria, a pesar de que el precio de sus principales productos, los medicamentos de receta, se incrementan de un 6 a un 20% por encima de la inflación internacional. ¿Cómo logran tanta impunidad? La respuesta nos la da nuestra investigadora: “El lobby de las compañías farmacéuticas de EEUU (la PhRMA) contaba en el año 2000 con 297 lobbysters profesionales, es decir, uno cada dos congresistas. Dicho número -que ya superaba en mucho el de cualquier otro grupo de presión-, ha sido triplicado en los últimos años, de modo que en 2002 la PhRMA financió el trabajo de 675 lobbysters, lo que significa que había trabajando en Washington más promotores de los intereses de las compañías farmacéuticas que congresistas”.
Es, entonces, fácil comprender que esta industria consiguiera condiciones tan ventajosas que le abrieron la posibilidad de dominar el mercado mundial, ya que el 60% de las patentes medicinales son de los EEUU frente al 20% de la Comunidad europea. EEUU posee la patente de los 50 medicamentos más vendidos, los que arrojan las mayores utilidades. Leamos a nuestra investigadora: “Las exenciones y reducciones de impuestos y la multiplicación de leyes y pactos favorables a partir de la era Reagan muestran que la situación actual de desproporcionado privilegio de que disfruta la industria farmacéutica no es fruto del ‘libre mercado’ sino de una política deliberada destinada a proteger una industria que en EEUU es tan estratégica como la del petróleo”.
El año 2002, según Fortune, la suma de ganancias de las 10 compañías farmacéuticas más importantes superó las ganancias combinadas de las otras 490 empresas que aparecen en la lista de las 500 industrias que mayores utilidades han conseguido. La dra. Marcia Agnell, editora de la revista médica de mayor difusión, New England Journal of Medicine, afirma casi descorazonada: “Una industria con tal volumen de ganancias es como un gorila de 500 kg.: hace lo que quiere”.