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El rey de la comedia
El gran Jerry Lewis se ha ido, pero afortunadamente los artistas perviven en su obra.
Categoría: Cine

El gran Jerry Lewis se ha ido, pero afortunadamente los artistas perviven en su
obra.

Jerry Lewis falleció por causas naturales el domingo 20 de agosto a los 91 años.
en su residencia de Las Vegas.
Estaba retirado desde hace cuatro, tenía una salud precaria y seguramente los cronistas
de espectáculos tenían previsto su obituario desde hace rato, aunque eso no
explica que su filmografía circule tan poco en un momento donde acceder al
material fílmico se ha facilitado tanto.
Algo extraño e injusto porque fue bautizado “El rey de la comedia” muy temprano
en su carrera de medio siglo y muchos de sus trabajos son clásicos del género
que siguen funcionando o lo que es igual: siguen haciendo reír.
Para presentarlo a quienes nunca hayan visto nada suyo: hacia muecas, estaba en
movimiento constante y manejaba la comedia física -slapstick- como nadie, pero
también cantaba, bailaba, escribía guiones, dirigía y si se lo proponía lograba
ser creíble en tramas románticas o dramáticas.
En la segunda mitad de la década del 40 comenzó en los escenarios como parte de
un dúo cómico musical en que él hacía el tonto y Dean Martin el galán cantante,
que casi inmediatamente fue captado por el cine y debutó en 1949.
De ahí en más, la pareja rodó durante una década hasta que sus diferencias -o
sus egos- se interpusieron y no sólo se separaron en los escenarios y pantallas
-la TV formó parte de su popularidad-, sino también dejaron de hablarse por los
siguientes veinte años, hasta su amigo mutuo Frank Sinatra literalmente los empujó
a reencontrarse.
De esa colaboración hay mucho y bueno, pero sobresalen Artistas y Modelos (Frank Tashlin; 1955), una comedia entre musical
y romántica donde Lewis y Martin interpretan a dos dibujantes en busca de
oportunidades, que se enamoran de sendas modelos y entre enredo y enredo hacen
unos cuantos números bailados y cantados.
Y Entre la espada y la pared (Frank
Tashlin; 1956), curioso título para lo que originalmente fue Hollywood or bust, una frase equivalente
a “Hollywood o reventar” usada por quienes se mudaban a la costa oeste soñando
con entrar en la industria del cine.
Por supuesto, el dúo encarnaba a dos de esos soñadores en una especie de sátira
del mundillo en el que trabajaban y de su propia historia, con un secundario a
modo de cameo de la bomba sexy alemana Anita Eckberg, que fue su último
proyecto conjunto.
Lewis siguió su carrera como protagonista absoluto sin demasiados inconvenientes
-salvo un largo receso voluntario en los setenta- y en 1960 comenzó a dirigir
sus propios guiones con apoyo del público y no tanto de la crítica, que tardó
en acostumbrarse al cambio aunque a posteriori -esas cosas no pasan sólo en los
tangos- terminaron reconociendo sus méritos.
De su propia producción sobresalen en particular El profesor chiflado (1963), una versión lunática de Jeckill y
Hyde, donde alternaba entre el científico tímido y el playboy irresistible y Las joyas de la familia (1965), donde encarnaba
a nada menos que a siete miembros de una misma familia.
Dos títulos que resultan bastante familiares porque Eddie Murphy protagonizó
una remake bastante floja de la primera -dirigida por Tom Shadyac en 1996- en
la que utilizó el recurso de las caracterizaciones múltiples bajo toneladas de
maquillaje y lo repitió en la secuela El
profesor chiflado II
(Peter Segal; 2000).
Además del título que se considera su mejor realización como comediante y
director y es tenido como una de los mejores exponentes del género de comedia: The Ladies` Man -El galán-, que aquí se
conoció con el confuso título de El
terror de las chicas
(1961).
Allí era Herbert H Heebert, un muchacho que padece una fobia a las mujeres desde
el abandono de su novia y por equivocación termina trabajando en una pensión abarrotada
de féminas bellísimas.
Nunca dejó de actuar para otros directores en títulos como Boeing, Boeing (John Rich; 1965), una comedia de origen teatral conocida
en mil versiones por el público argentino, donde hacia dupla con Tony Curtis, como
dos amigos enredados con un montón de azafatas.
Y en especial El rey de la comedia
(Martin Scorsese; 1983), que juega con su epíteto en una trama mezcla de humor
negro y dramatismo, que lo convertía en una estrella rehén del actor
desesperado por obtener reconocimiento interpretado por un joven Robert DeNiro.

También hizo una extraña colaboración con Emir Kusturica en Sueño de Arizona (1993), una
coproducción franco-estadounidense con toques fantásticos en compañía de Johnny
Depp y Fay Dunnaway.
Y su canto de cisne cinematográfico fue en Max
Rose
(Daniel Noah; 2013), donde con 87 años encarnó a un veterano pianista
de jazz en plena crisis personal y matrimonial.
Un proveedor de risas para varias generaciones en el pasado, cuyo humor ingenuo
puede y merece seguir haciéndolo para muchas otras a futuro.

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2017-09-05 00:00:00
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