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De pastillas y abusos
Categoría: Salud

Uso y abuso de psicofármacos. Un problema a escala mundial y que mucho tiene que ver con cuestiones sociales y pautas culturales que se insertaron en la sociedad. El famoso “arreglar todo con una pastillita”, una forma de encontrar soluciones con esta vía de escape.

Existen adicciones bien conocidas por lo menos de nombre por todos como lo es el alcoholismo y el tabaquismo. Pero de un tiempo a esta parte con los cambios sufridos por la sociedad, más un avance inminente en cuanto a fabricación de medicamentos, más diferentes cuestiones que tienen su raíz en problemáticas sociales culturales o familiares, se ha ido acrecentando el abuso de consumo de psicofármacos.
El licenciado en Psicología Hugo Kern (Mat. Prov. 0014) es el coordinador del Programa de Salud Mental y Drogadependencia a nivel municipal que funciona en la Unidad del Centro de Prevenciones de calle Bravard, en dependencias del Hospital Municipal.
Kern nos aclara algo muy importante: no se deben ver a los psicofármacos como algo malo, no se los debe demonizar ya que significan un gran avance para la existencia de algunas patologías y son sostén insustituible para el desarrollo de determinados tratamientos. Los psicofármacos llegaron a la sociedad para ayudar, el tema está en cómo se los utiliza.

Abusos y malas costumbres
Como un capítulo aparte consideró Kern al problema de los abusos sobre todo por las características culturales de nuestro país, las cuales llevan a que la gravedad sea particular. Kern se apoya en varios puntos, primero la sobremedicación y aquí juega rol importante la falta de preparación de los sistemas de salud: “Una práctica donde la persona llega con alguna patología ligada a situaciones de estrés, producto de condiciones de vida y a veces la institución el único recurso que emplea para amortiguar esa situación es el psicofármaco”. Al no encontrarse un problema clínico se apela a eso para paliar el problema: “A veces esta indicación es correcta, a veces tendría que ir acompañada de psicoterapia y no lo es, por lo tanto el consumo se prolonga en el tiempo mucho más de las indicaciones lógicas. Estamos hablando de una utilización anómala del psicofármaco”.
Otra de las cuestiones tiene que ver con la automedicación y aquí nos encontramos con un problema general de la población: “La señora no puede dormir, le pregunta a la vecina y ésta resulta que tomó un medicamento que le dieron o que le recomendó un familiar y así se extiende el uso de algunos medicamentos, que si bien está regulado porque hay una cantidad de recetas y de formas que deben ser controladas, en general se encuentran vías paralelas para obtenerlos”.

La píldora de la felicidad
Si nos pusiéramos a enumerar la cantidad de medicamentos que se publicitan por TV, los resultados asustarían y es ahí donde radica la tercera cuestión para Kern, la difusión excesiva en los medios: “desde no hace mucho tiempo asistimos a la difusión de la píldora de la felicidad, así se llamaba un psicofármaco de uso corriente que garantizaba de alguna manera poder sobrevivir a todas las presiones”. De esta manera se empieza a hablar de uso de medicamentos como si fuera una moda y del medicamento en si como un objeto de consumo similar a cualquier otro.
Tal vez habría que preguntarse porque hay tanta difusión y más allá de la cuestión económica la respuesta tal vez la encontremos en que somos una sociedad depresiva: “Se alimenta la idea que las respuestas a los grandes males van a venir por el lado de la psicofarmacología y por cierto se avanzó mucho en la psicofarmacología pero se valora y se busca lo que se llaman los medicamentos del espíritu. A su vez la sociedad está cada vez más retraída, no cree en el encuentro con el otro, en la posibilidad de hablar ya que hablar y mostrar el sufrimiento está visto como un signo de debilidad, cambiar de opinión está mal visto…son cosas que hacen que se prefiera tomar una medicación antes que plantearse que es lo que pasa y qué es necesario modificar en la vida de uno”.

Fuera de control
Si para comprar psicofármacos hay que tener receta y sin embargo puede que haya gente que los consiga igual, entonces hay algo que no funciona. Esto no es de extrañar, si ponemos de ejemplo a las drogas ilegales sabemos que existe todo un circuito ilegal detrás de ellas y aun corriendo riesgos el adicto llega a tenerlas.  “Hay que pensar que una vez que una adicción se instala, la persona que necesita de algo va a encontrar la vuelta para obtenerlo. Los controles están pero a veces no funcionan como debieran y si la persona necesita mucho de algo, lo va a obtener sea como sea”.
Según Kern, desde el programa se intenta trabajar desde la prevención y no tanto sobre el control, intentar que el paciente tenga otros recursos que no sean pedir pastillas: “Y que si consume una pastilla esté en relación con una terapéutica, que haya un médico que haya seguimiento que sea curativo”.
El programa funciona al lado de la guardia por eso se creó un sistema de contacto y cuando ingresa un paciente con una intoxicación se intenta entrevistarlo e incluir a la familia “para que la persona por lo menos inicie una psicoterapia, hay un grupo de profesionales con tres psicólogos, un trabajador social y se trata de llevar adelante el caso. Tratamos de trabajar con un mensaje de que la persona con su salud mental hace lo que puede o lo que quiere, en definitiva hace lo que su salud mental le permite pero que la intoxicación repetida tiene consecuencias tanto a nivel social, psicológico y físico. Apuntamos a que esté informada y que conozcan el programa municipal para recibir ayuda”.

Cultura del escape
Como si la ingesta de una pastilla solucionara un problema en la vida real, problemas de presiones y relaciones. La masiva difusión se choca con el peligro que llega cuando ocurren accidentes por el abuso de psicofármacos: “la difusión y el uso extensivo como respuesta tiene por efecto que te encuentres muchas veces con intoxicaciones agudas de personas que se sienten mal y toman una pastilla y como no les hace efecto toman otra y así hasta que llegan a la dosis tóxica y no como el intento de suicidio tradicional, es el accidente llevado a esta situación”.
Ejemplos hay muchísimos, gente que hace 20 años toma un remedio y lo asume como algo natural y no como un problema, gente que tomó una pastilla una vez y como cree que le hizo bien la sigue tomando por las dudas, gente que lo ve en TV y compra: “no hay país que tenga tanta difusión de medicamentos como el nuestro. Hay como un mandato cultural donde te venden un disco, un termo y un medicamento, entra todo en la misma línea”, las situaciones son muchas y la cuestión está en como solucionar estos problemas que son serios y complejos: “Una de las cosas es esto que hacemos de que cuando la persona llega con un problema tener un dispositivo para atenderlo, hay que tratar de que la gente quiera hacerlo, también esto que estamos haciendo ahora, difundir, que la gente sepa, que puede pedir ayuda y que se sepa que tampoco es tan normal esto, que no esté tan naturalizado el uso. Hay que mejorar las posibilidades de las instituciones de salud en la recepción de casos, de escuchar a la gente, hay que seguir avanzando en esto y hacia ahí se está yendo”.
Es una de las soluciones pero existen otras a largo plazo y tiene que ver con nuestro crecimiento como sociedad y una modificación de ciertas pautas culturales.

Acción institucional
Mencionábamos que a veces el sistema de Salud no está preparado para ciertas cosas, esto viene a cuenta de cuando se acude a un psicofármaco como alternativa ante determinado caso que no presenta un problema orgánico. Sin embargo: “desde el punto de vista del acto profesional esto se va modificando, se va aprendiendo a trabajar con esta realidad teniendo una acción institucional y profesional más acorde a la realidad que te toca, a las cosas que a la gente le preocupa. Eso está en transición, por eso se hacen grupos y talleres de reflexión, hay mayor participación de psicólogos, de los trabajadores sociales, progresivamente se va teniendo alguna modificación en esto”.
Los programas de prevención y asistencia municipales son gratuitos y funcionan en Bravard 31 de 8 a 18 hs aunque también se puede acudir a las unidades sanitarias donde también se cuenta con profesionales para las diferentes problemáticas.

Saber pedir ayuda
“Hay que poder consultar y tener la posibilidad de consultar para poder plantear y hacer cosas diferentes con la vida de cada uno: no hay vida sin esfuerzo y de alguna manera siempre hay un punto de sufrimiento. El asunto es darse cuenta cuando uno está sufriendo de más y poder ahí abrir la puerta para pedir ayuda. No es solamente taparse la boca con una pastilla sino pedir ayuda porque en definitiva se trata de eso en la mayoría de los casos, cuando el esfuerzo de vivir se transforma en un esfuerzo tan grande, tan enorme, que no permite disfrutar de las cosas”.

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2008-08-16 00:00:00
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