Todos los días, al caminar por la ciudad, sobre todo en el área céntrica, estamos expuestos a la contaminación visual: sin darnos cuenta siquiera, carecemos de defensa ante esta afectación.

Dicen las definiciones que la contaminación visual se refiere al abuso de ciertos elementos que alteran la estética del paisaje urbano generando una sobreestimulación visual agresiva, invasiva y simultánea.
Los elementos en cuestión pueden ser carteles, cables, antenas, chimeneas, postes, aunque el tema de la cartelería comercial es el más común. Y Bahía Blanca no es la excepción: basta con caminar, por ejemplo, por calle Alsina para tomar real dimensión del problema.
Consultado por EcoDias, la palabra del presidente del Colegio de Arquitectos, Juan Boiardi, es concluyente: “Alsina, O’Higgins, Donado y Belgrano es donde hay mayor concentración comercial y tal vez sean los lugares donde más se nota. En este aspecto Bahía está mal. Cuando uno va al centro y empieza a ser un poco crítico respecto a lo que ve, en realidad hay miles de carteles que uno no termina de distinguir qué quiere decir cada uno”.
Boiardi propone entonces como ejemplo a seguir el de Europa, donde este tema se aborda desde la concepción de la señal ética, y se traduce con métodos poco costosos -inclusive para Argentina- como son los carteles adheridos a la fachada y sin voladizos tan pronunciados.

Ordenanza
Si bien existe en Bahía Blanca una ordenanza que rige esta problemática, la misma no se cumple: “De hecho los carteles que están sobre las aceras estarían prohibidos. Esto es bastante difícil de reglamentar porque hay por detrás toda una cultura comercial donde cada uno quiere tener el cartel más grande, más expuesto, más luminoso, pero a la larga termina siendo un efecto cascada en cuanto a que produce ciertas alteraciones psíquicas y visuales, entre otras”.
La ordenanza en vigencia, dice Boiardi, declara que los carteles no pueden pasar la línea municipal y que tampoco puede haber carteles en las veredas: “Si uno mira, es justamente todo lo contrario”.

El futuro centro
Es sabido que está en danza la futura remodelación del centro desde O’Higgins y Saavedra hasta el Teatro Municipal. El tema es saber qué va a pasar con el tema cartelería en dicha remodelación. Según Boiardi van a existir mejoras ya que el proyecto original las contenía. El Colegio participó del intento de transformación del centro aunque la crisis de 2001 dejó cosas en el tintero.
“Este es un tema más, quizás hay otros más candentes con resolución más urgente. En la medida que avance el año creo que se irá retomando si es que lo entienden así… Sino tendremos que hacerle un ayuda-memoria y avanzar sobre este y otros temas de interés público como mantenimiento de fachadas y balcones. Basta con caminar por el centro en la parte más vieja de la ciudad para ver el deterioro que hay y posible desprendimiento de distintas partes”.
Aunque en primera instancia un desprendimiento de este tipo podría causar accidentes, son los mismos carteles contaminantes los que podrían derivar en un accidente automovilístico: “Hay todo un tema de intentar captar el interés del peatón o del que está conduciendo un vehículo. Podría llegar a ser una causa de distracción, por lo cual podría haber algún tipo de accidente”.

Soluciones posibles
Los carteles, los postes, las luces utilizadas, son algunos factores de este problema ambiental, aunque las soluciones, dice Boiardi, hay que ir aplicándolas progresivamente: “Decir que a partir de mañana se tira todo lo que hay tampoco sirve, porque eso produce una reacción que hace que la norma no se cumpla. Habría que estudiar algún tipo de medidas correctivas que vayan acercándonos a un horizonte posible, que es eliminar todo el tema de los carteles excediendo la línea permitida. En realidad, de distintos casos que hemos estudiado y de antecedentes que se ven en Europa y que son factibles de hacerlo en cualquier lugar, los vuelos que están propuestos son mínimos, serían 20 o 30 centímetros, no mucho más que eso. Pero tiene que ver con cómo se toma el frente del local, cómo se ven los colores. En definitiva, es un cambio radical de conducta”.