Título original: Good Night, and Good Luck
Dirección: George Clooney
Guión: George Clooney, Grant Heslov
Fotografia: Robert Elswitt
Origen: USA – 2005
Calificación: Apta para toco público
Intérpretes: David Straithairn, George Clooney, Patricia Clarkson, Robet Downey Jr., Frank Langella, Jeff Daniels, Ray Wise

Edward Murrow fue un periodista y comentarista político estadounidense que en los años 50 y en plena guerra fría se animó a enfrentar a Joseph McCarthy, senador y presidente del Comité de Actividades Antiamericanas, por las maniobras persecutorias y presiones que usaba en la cacería de brujas contra todo lo que le oliera a comunismo.
Como respuesta Morrow fue acusado de “rojo” y comenzó a ser amenazado, pero a pesar del temor siguió presentando evidencias junto a su leal equipo, desde el programa televisivo “Véalo ahora” que emitía CBS.
Estos hechos reales dieron pie a que George Clooney realizara su segundo film, continuando con la reflexión sobre los medios que comenzó con su opera prima Confesiones de una mente peligrosa (2002).
Fue filmada en blanco y negro, por razones estéticas: ayudar a ambientar la acción en los albores de la televisión, y acercándose al género de suspenso de aquellos años 50. Y una razón de orden práctico: en vez de buscar un actor que encarnara a McCarthy, se prefirió -con buen tino- usar los dichos del propio senador, presentes en el abundante metraje de las entrevistas y sesiones del comité que presidía, logrando el efecto “pez que muere por su boca”.
El título remite a la frase con que Murrrow terminaba cada emisión de su famoso programa, que es la misma elegida para cerrar el film.
El guión tiene estructura circular, comenzando en 1958 con Murrow a punto de recibir un premio a su trayectoria, retrocediendo hacia principios de la década para mostrar el clima en los medios, enrarecido por la persecución ideológica y la censura, para volver al 58 con el discurso de Murrow a favor de la libertad de expresión.
Sin duda la intención de Clooney -muy crítico sobre la política actual de su país- ha sido relacionar aquel momento en se atropellaban derechos agitando el fantasma de la amenaza comunista, con este otro en que se atropellan derechos propios y ajenos agitando el de la amenaza terrorista.
Visualmente perfecta, bien ambientada escenográfica y musicalmente, inmejorablemente interpretada -en especial por David Straithairn, en uno de los pocos protagónicos de su carrera- Buenas noches y buena suerte prueba que un film puede ser político sin llegar al panfleto.